Si hay algo que caracteriza y define a los pueblos de nuestra provincia de Toledo es la rica tradición artesanal que venimos heredando desde hace siglos en nuestros pueblos y ciudades. Tal es la diversidad de artesanías que encontramos en la provincia, que no solo podemos quedarnos con los temples del acero que daban las aguas del rio Tajo a las espadas, si no que habría que hablar de los bordados de Lagartera, de la cerámica, de los alfareros y muchas otros trabajos.
En Villarrubia de Santiago se aprecian los talleres de tonelero, tan importante para conservar el vino y los líquidos de antaño, al igual que la forja con las rejas o distintos elementos propios de nuestra historia que los herreros llevan forjando desde hace siglos.
Desgraciadamente, el tiempo, la tecnología y los avances han motivado que algunos de aquellos trabajos artesanales hayan desaparecido casi por completo.
Por ejemplo, un oficio por desgracia desaparecido desde el año 1966 en el que el último cestero de Villarrubia dejaba esta artesanía en nuestro lugar era Isabelo Guerra Sánchez.
Durante dos generaciones desde comienzos del 1908 hasta el 1966 se dedicaron plenamente a la cestería, arte de trabajar el mimbre heredado de su padres Saturnino y de su abuelo. Llegaron a tener un taller de cestería en el cuál bastantes jóvenes de aquel tiempo aprendieron este oficio, en el cual realizaban desde cestas, mesas, hasta todo lo que necesitaban las novias para su ajuar: canastos para la plancha, para ir a lavar, etc....
Imagen cedida por la hija de Isabelo Guerra
para el Libro de Fiestas Patronales 2015
Sirvan estas líneas de pequeño homenaje a tantos y tantos artesanos como ha dado nuestra provincia y a los que aún hoy continúan con sus talleres al pie del cañón, trabajando en unos oficios muy poco valorados, pero herederos como pocos, de unas tradiciones centenarias que conforman la riqueza cultural y etnográfica de Villarrubia y en general de la provincia de Toledo.
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