Pues bien, vais a permitirme añadir la que muy probablemente será la teoría más arriesgada y que tiene como origen simplemente mi atracción de siempre hacia la fachada de esta casa.
La casa en cuestión está localizada en la Plaza de la Libertad, haciendo esquina en la Calle Santiago, a muy pocos metros de la Parroquia de San Bartolomé Apóstol y del actual acceso a la Cueva de la Yedra. La ya famosa Cueva de la Yedra estaría bajo la casa contigua de la calle Santiago, pero según su disposición y solapamiento se puede pensar que formaron en su día una sola vivienda.
Vemos un triángulo en el que se insertan un círculo dentro de un rombo, se podría explicar cómo la representación del Delta Luminoso, el ojo del Gran Arquitecto. El rombo en el que se encierra el ojo de Dios, es la suma de dos triángulos (el fuego y el agua), que son tres lados cada uno, 3 + 3, los dos triángulos superpuestos forman el hexagrama, muy importante en el esoterismo. Dichos triángulos junto con el gran triángulo sumarían 3.
Bajo el triángulo tenemos dos columnas, llamadas Yachín (a la derecha) y Boaz (a la izquierda), que según la tradición fueron descubiertas o descifradas por Hermes y Pitágoras, los dos patronos de la Masonería. Se pasa entre ellas en los sitios así establecidos para el culto. Hay que tener en cuenta que la entrada original de la casa está tapiada actualmente bajo ellas y esta estaría orientada al oriente, es decir por donde nace el Sol en los equinoccios.
El número 3 es número sagrado de la masonería, y así se nos viene mostrado como “mero ornamento” bajo las ventanas de los triángulos, son tres puntos colocados en la parte superior de las tres ventanas inferiores. Todas estas cifras suman 12, los signos del zodiaco y las tribus de Israel, también de interés en el tema tratado y quizás por casualidad la cueva tiene las 3 estancias que han de tener todo templo iniciático de la antigüedad.
La casa está formada a 3 niveles como lo estaba el Templo de Salomón o el Arca de Noé. Para formar una Logia se necesitan al menos tres maestros masones, y 33 son los escalones que un masón ha de superar para llegar a su máximo rango.
No cabe duda que representar directamente la simbología en la construcción de la vivienda sería muy arriesgado y llamativo en la época, aun así las hipótesis incluidas en este artículo tienen origen en personas que han sentido igualmente una seducción por esta casa, con base principal en las pistas o suposiciones ya hace tiempo descritas por mi amigo Antonio Martín Asperilla sobre la llamativa vivienda y no necesariamente por estar edificada sobre la Cueva de la Yedra desde la cual existía acceso, pero actualmente está cerrado, ya que como indica Martín: "fue a comienzos de los años 30 del siglo XX cuando parece que se tabica la puerta original y se cambia la pintura (frescos de la pared) que adornaba la casa en muchas de sus habitaciones, cambiando su imaginería y retocando sus elementos. Se hizo de forma rápida y sin razón aparente. De hecho, la familia nunca escuchó hablar de lo que se encontraba tras la escalera, tan solo que había una cueva como cualquier otra".
Como he comentado al inicio, los descrito no va más allá de meras esotéricas conjeturas, pero a las que también podemos añadir algunas coincidencias como pueden ser: la relación de Juan de Herrera con el municipio, su pertenencia junto a varios villarrubieros a la Congregación de la Nueva Restauración y la historia documentada de Lucrecia de León en torno a la Cueva llamada "de Sopeña" ubicada en tierras de Villarrubia de Santiago, de la cual no han quedado nada más que vagas referencias a su localización basadas en la documentación inquisitorial, siendo este uno de los grandes enigmas de nuestra España Mágica.
Dentro de la polémica que pueda suscitar lo anotado, mi principal objetivo con este artículo es una vez más llamar la atención y reclamar la conservación y restauración del patrimonio histórico de nuestro pueblo. Como ya os he señalado en numerosas ocasiones, Villarrubia de Santiago posee mucho más por aportar de lo que se cree, lo cual deberíamos valorar, gestionar y cuidar.