Aquel día, durante una prueba en la que se simulaba un corte de suministro eléctrico, un aumento rápido de potencia en el reactor 4 de la central produjo el sobrecalentamiento del núcleo, lo que terminó provocando la explosión del hidrógeno acumulado en su interior.
En total, 600.000 residentes fueron expuestos a dosis muy altas. Los casos de leucemia se duplicaron debido a la radiación recibida, pero el problema de salud más notable fueron los casos de cáncer de tiroides, que se multiplicaron entre la población menor de 18 años debido a que la leche quedó contaminada por el yodo radiactivo, siendo registrados 5.000 casos entre niños y adolescentes de la región ucraniana. La Agencia Internacional de Investigación del Cáncer hizo una estimación de hasta 38.000 las muertes achacables a Chernóbil.
Fue en el año 1994, cuando familias de Villarrubia de Santiago comenzaron a acoger con ilusión y cariño a un grupo de niños afectados por el desastre. La iniciativa de este programa en Villarrubia fue organizada por el ayuntamiento y de forma principal por Agustín Cuesta Castaño, quien se ocupó de gestionar todos los detalles; la estancia en régimen familiar, viajes de ida y vuelta de los pequeños, reconocimientos y tratamientos médicos, distintos seguros, etc.
Grupo de niños acogidos por familias de Villarrubia
Este año se cumple por tanto el 25 aniversario de la acogida de niños afectados por el accidente de Chernóbil. Niños que pasaron veranos lejos de su casa y su familia, su familia verdadera, porque en Villarrubia de Santiago tenían a su otra familia, familias acogedoras, que con su solidaridad y ejemplo fueron también sin duda pilares de apoyo para ellos.Estos niños, llegaban a pasar aquí más de 40 días en los veranos (los necesarios para eliminar un alto porcentaje de radioactividad del cuerpo), con el objetivo de mejorar su calidad de vida, su situación física y sanitaria durante la estancia, ayudándoles a combatir enfermedades a las que se encontraban expuestos que conllevaban riesgo de muerte, además de facilitarles reconocimientos médicos y tratamientos especializados en caso necesario. Se calculó que durante esas fechas de cada verano en que pasaban respirando aire limpio, los niños ganarían aproximadamente un año y medio de vida.
Una de esas buenas dosis la recibieron Kostia y Nadia Nekhaychik por parte de la familia Encinas. El primer año, Kostia con 12 años de edad llegó solo, pero los siguientes tres años le acompaño su hermana mayor Nadia. Ambos vivían con sus padres, en un pueblo llamado Novozybkov, a 270kms de Chernóbil. Durante nuestra conversación, Carlos Encinas recordaba y me comentaba el estado pálido y débil en que llegaron los niños. Quiero anotar una bonita frase incluida en sus palabras: “La sensación fue muy positiva PARA TODOS, volveríamos a repetir la experiencia, para nosotros ellos son `nuestra familia rusa ´ y para ellos somos `la familia española´. Frase recíproca y prácticamente idéntica, me llegó por escrito tanto de Kostia como de Nadia, por cierto con un buen nivel de nuestro idioma.
Kostia y Nadia
No quisieron perderse la boda de Carlos y vinieron a España para la celebración. Nadia se casó, vive en Moscú, es una gran deportista y trabaja en una agencia de viajes, gracias a lo cual se pasa de vez en cuando a visitar a `su familia española´. Kostia también se casó y se fue a vivir con su mujer y sus hijos a Bielorrusia. Ambos mantienen el contacto y tienen planeado hacer próximamente otra visita, ya que se alegraron mucho cuando `su familia española´ les visitó en Rusia.
Nadia con su marido y Kostia con su familia
Panorámica de Novozybkov en la actualidad
El accidente de Chernóbil fue una combinación de un mal diseño de la central nuclear, junto con los errores producidos por los operadores y que la Unión Soviética no tenía un sistema independiente de inspección de la seguridad. La comunidad internacional financió los costes del cierre definitivo de la central, completado el 15 de diciembre de 2000. Inmediatamente después del accidente, se construyó un sarcófago para aislar el interior, que se vio degradado en el tiempo por diversos fenómenos naturales. En 2004, se inició la construcción de un nuevo aislamiento para el reactor. En noviembre de 2016, treinta años después de la tragedia, se inauguró el nuevo sarcófago.