La música, arma para sobrevivir. Ángel Monzón Castaño


Más de un incauto podría pensar que Sabatini se afanó en consagrar los jardines aledaños al Palacio Real para darles nombre acorde a su visión clasicista del arte y las líneas clásicas de siglos atrás. Escuchando el evocador pasacalle nocturno de Boccherini por las calles de Madrid, podría uno figurarse la imagen de Sabatini pergeñando su diseño paisajístico para agrado del Borbón.  
Pero no, no fue así pues los jardines fueron construidos 250 años después, en la década de 1930 por el legal Gobierno de la II República Española y por el Ayuntamiento de Madrid en terrenos justamente incautados al que fuera Patrimonio Real, en el lugar que ocupaban las caballerizas construidas por Sabatini para el Palacio Real, de ahí el nombre. 

Sabatini se hartó a edificar y diseñar y llevó sus artes constructivas hasta los Reales Sitios de Aranjuez. Allí, erigió en 1770 el sobrio e imponente Convento de San Pascual. Neoclásico, elegante y a pesar de su grandeza, discreto, el franciscano edificio asombraba por sus proporcionadas fachadas y por sus pinturas de Mengs y Tiépolo. 

Convento de San Pascual - Aranjuez

Quizás en su contemplación, quizás no, se ensimismaran los presos republicanos que allí fueron enclaustrados al término de la mal llamada guerra civil. Primero como campo de concentración, luego como prisión militar del Ejército de Ocupación de la Primera Región Militar y finalmente como Prisión Especial de Mujeres comandada por la que fuera perversa directora del penal femenino de Oropesa, los y las antifranquistas, izquierdistas, tibios e insumisos fueron allí secuestrados, encerrados, torturados, amedrentados, muchos asesinados y otros destruidos espiritualmente.

Uno de ellos fue Ángel Monzón Castaño. Ángel, nacido en Villarrubia de Santiago en 1917, campesino y miembro de la UGT de su pueblo. Durante la guerra civil se incorporó al ejército republicano el 1 de noviembre de 1936, formando parte de las 2ª y 3ª Compañías, 87 Batallón de la 47 Brigada Mixta.

Ángel Monzón Castaño, 
fila inferior, tercero por la derecha 
en la prisión del Convento de San Pascual, 
Aranjuez, Madrid. 1940.

Su historia es una de tantas cientos de miles. Leal a la República y fiel a sus ideas, Ángel luchó contra los alzados en diferentes frentes alcanzando el rango de sargento y suboficial. Condenado a muerte tras la guerra porque en el curso de una guardia de su responsabilidad un desertor fue abatido por uno de los centinelas a su cargo, Monzón fue salvado gracias a que un magistrado paisano del pueblo de Villarrubia de Santiago consiguió eludir y esconder la sentencia de muerte dictada por otros jueces. 

Consiguientemente indultado, comenzó su terrible peregrinar, el de tantos opositores antifranquistas. Ingresó en el convento de San Pascual en 1940, habilitado como cárcel, y allí, acaso contagiado por el espíritu ilustrado de la musicalidad arquitectónica de Sabatini o quizás por el deseo de garantizar el sustento y sobrevivir al hambre y a la muerte, Ángel se enganchó a la rondalla carcelaria, mitad orquestina, mitad banda. Tocó, cantó y rasgueó cuerdas bajo los arcos de San Pascual, en el patio del convento sabatiniano, dejándose arrebatar por las rigurosas líneas neoclásicas de las fachadas.

Ángel Monzón Castaño, 
fila inferior, en el centro de los tres que están agachados. 
Prisión del Convento de San Pascual, 
Aranjuez, Madrid. 1940.

El 15 de diciembre de 1939 fue trasladado a la cárcel de Porlier (Madrid), antes y después prestigioso colegio Calasancio, donde fue condenado a 30 años de reclusión en Consejo de Guerra. 
El 26 de noviembre de 1941 regresó a la prisión en Aranjuez y estuvo de nuevo en Porlier desde el 26 de septiembre de 1942. Terribles años presenciando asesinatos, maltratos, sacas, torturas y desapariciones. Un calvario del que se pudo librar al ser trasladado, el 16 de agosto de 1943, a un batallón de castigo de presos (Destacamento Penitenciario de Colmenar Viejo), que construían un ferrocarril cercano.
Lo que creyó que era un destino de exterminio quizás acabó por salvarle la vida al alejarle de Porlier y comenzar a redimir pena. Porque entre los forzados, Ángel comenzó a reducir su condena y a recuperar su habilidad con la bandurria y la guitarra.

Salió en libertad condicional el 19 de julio de 1944 y posteriormente indultado condicionalmente a finales de 1945. Angel retornó a la vida civil, a las penurias y a la escasez, pero el ejercicio de la música y el recuerdo de las formas clásicas evocadas por la arquitectura de Sabatini contribuyeron a recuperar su equilibrio y su autoestima. 

Ángel Monzón Castaño no olvidó nunca sus años de penalidad y tampoco a algunos de sus compañeros que aparecen con él en las fotos.

Ángel Monzón Castaño, 
de los cuatro que aparecen en primer término, el segundo por la izquierda. 
Prisión del Convento de San Pascual, 
Aranjuez, Madrid. 1940.

Ángel Monzón Tizón, hijo de Monzón Castaño, acabó recalando en una empresa de construcción. Por los años 60 y 70, coincidió allí con Ernesto Sempere Villarrubia, protagonista también de una vida de guerra, prisión y castigo, y a ambos ocasionalmente les unió el amor por la música, la guitarra y y arte. Quizás ninguno de ellos supiera que un pasado común pleno de muertes y represalias les vinculaba. Pero ambos eran conscientes de que les unía el espíritu puro de la música excelsa, el alma de las lineales formas de un Sabatini mixturadas con los compases ensoñadores de Boccherini en paseos al atardecer por los jardines de Madrid, o muy probablemente el aterrador recuerdo de los horribles patios carcelarios, sólo aliviado por el son de una vieja guitarra en manos de un hombre de ideales maltratados.

Ángel Monzón Castaño falleció en 1998. Ernesto Sempere Villarrubia en 2005. A ambos les unió el amor por la música, el arte, la cordialidad con los amigos y el trabajo. 



Fuentes:
- todoslosrostros.blogspot - Paco de Jerez
- Archivo General de la Administración / Alcalá de Henares (Prisiones)

Música: Boccherini - Passacalle

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