25 aniversario de la acogida de niños afectados por el accidente de Chernobyl.


El sábado 26 de abril de 1986, a 3 km de la ciudad de Pripyat y 134km de Kiev, actual Ucrania, tuvo lugar el accidente nuclear sucedido en la central Vladímir Ilich Lenin, más conocida como Chernóbil​ (Rusia).

Aquel día, durante una prueba en la que se simulaba un corte de suministro eléctrico, un aumento rápido de potencia en el reactor 4 de la central produjo el sobrecalentamiento del núcleo, lo que terminó provocando la explosión del hidrógeno acumulado en su interior.


Se estimó que el escape de materiales radiactivos y tóxicos, supuso una cantidad 500 veces mayor que el liberado por la bomba atómica arrojada en Hiroshima en 1945. El gobierno de la Unión Soviética se vio forzado a la evacuación inicial de 116.000 personas. Durante los primeros diez días hubo grandes emisiones de radionucleidos que contaminaron más de 200.000 Kms cuadrados de Europa.

En total, 600.000 residentes fueron expuestos a dosis muy altas. Los casos de leucemia se duplicaron debido a la radiación recibida, pero el problema de salud más notable fueron los casos de cáncer de tiroides, que se multiplicaron entre la población menor de 18 años debido a que la leche quedó contaminada por el yodo radiactivo, siendo registrados 5.000 casos entre niños y adolescentes de la región ucraniana. La Agencia Internacional de Investigación del Cáncer hizo una estimación de hasta 38.000 las muertes achacables a Chernóbil.


La radioactividad desprendida, que afectó a la tierra, agua y aire, perjudicaba igualmente y de forma directa al organismo de las personas y principalmente al de los niños. Fue por ello y debido al beneficio que nuestro clima podría aportar, por lo que muchos municipios españoles se organizaron de forma solidaria para ayudar a numerosas familias de la zona de influencia de la catástrofe.

Fue en el año 1994, cuando familias de Villarrubia de Santiago comenzaron a acoger con ilusión y cariño a un grupo de niños afectados por el desastre. La iniciativa de este programa en Villarrubia fue organizada por el ayuntamiento y de forma principal por Agustín Cuesta Castaño, quien se ocupó de gestionar todos los detalles; la estancia en régimen familiar, viajes de ida y vuelta de los pequeños, reconocimientos y tratamientos médicos, distintos seguros, etc.

    Grupo de niños acogidos por familias de Villarrubia
Este año se cumple por tanto el 25 aniversario de la acogida de niños afectados por el accidente de Chernóbil. Niños que pasaron veranos lejos de su casa y su familia, su familia verdadera, porque en Villarrubia de Santiago tenían a su otra familia, familias acogedoras, que con su solidaridad y ejemplo fueron también sin duda pilares de apoyo para ellos.

Estos niños, llegaban a pasar aquí más de 40 días en los veranos (los necesarios para eliminar un alto porcentaje de radioactividad del cuerpo), con el objetivo de mejorar su calidad de vida, su situación física y sanitaria durante la estancia, ayudándoles a combatir enfermedades a las que se encontraban expuestos que conllevaban riesgo de muerte, además de facilitarles reconocimientos médicos y tratamientos especializados en caso necesario. Se calculó que durante esas fechas de cada verano en que pasaban respirando aire limpio, los niños ganarían aproximadamente un año y medio de vida.


Se organizaban actividades conjuntas de carácter cultural, recreativo y de convivencia, con el objetivo de que sus estancias fueran lo más agradables posible. Gracias a las familias de acogida, los niños dejaron atrás algo más que la radiación, se olvidaban de su situación, dando paso al cariño de un hogar adoptivo que se traducía en salud e incluso en coger algunos kilos. Puede decirse que Villarrubia les sirvió como cura, descanso y grandes dosis de afecto.

Una de esas buenas dosis la recibieron Kostia y Nadia Nekhaychik por parte de la familia Encinas. El primer año, Kostia con 12 años de edad llegó solo, pero los siguientes tres años le acompaño su hermana mayor Nadia. Ambos vivían con sus padres, en un pueblo llamado Novozybkov, a 270kms de Chernóbil. Durante nuestra conversación, Carlos Encinas recordaba y me comentaba el estado pálido y débil en que llegaron los niños. Quiero anotar una bonita frase incluida en sus palabras: “La sensación fue muy positiva PARA TODOS, volveríamos a repetir la experiencia, para nosotros ellos son `nuestra familia rusa ´ y para ellos somos `la familia española´. Frase recíproca y prácticamente idéntica, me llegó por escrito tanto de Kostia como de Nadia, por cierto con un buen nivel de nuestro idioma.

 Kostia y Nadia

No quisieron perderse la boda de Carlos y vinieron a España para la celebración. Nadia se casó, vive en Moscú, es una gran deportista y trabaja en una agencia de viajes, gracias a lo cual se pasa de vez en cuando a visitar a `su familia española´. Kostia también se casó y se fue a vivir con su mujer y sus hijos a Bielorrusia. Ambos mantienen el contacto y tienen planeado hacer próximamente otra visita, ya que se alegraron mucho cuando `su familia española´ les visitó en Rusia.                

Nadia con su marido y Kostia con su familia  

Pese al paso de los años desde la catástrofe, hay que recordar que la radioactividad sigue viva. Miles de personas tienen que soportar diariamente sus consecuencias que derivan en una nutrición inadecuada por contaminación de los alimentos y carencia de medios para su adquisición, a lo que tenemos que unir recientemente las tristes consecuencias provocadas por la guerra.

Panorámica de Novozybkov en la actualidad

El accidente de Chernóbil fue una combinación de un mal diseño de la central nuclear, junto con los errores producidos por los operadores y que la Unión Soviética no tenía un sistema independiente de inspección de la seguridad. La comunidad internacional financió los costes del cierre definitivo de la central, completado el 15 de diciembre de 2000. Inmediatamente después del accidente, se construyó un sarcófago para aislar el interior, que se vio degradado en el tiempo por diversos fenómenos naturales. En 2004, se inició la construcción de un nuevo aislamiento para el reactor. En noviembre de 2016, treinta años después de la tragedia, se inauguró el nuevo sarcófago.




Música: Chernobyl (Soundtrack)

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