Ocaña, importante población toledana famosa por su icónica plaza, por su espectacular Semana Santa, por sus fantásticos palacios y conventos y por su original fuente grande. Un lugar sin duda repleto de historia y de curiosidades, del que en esta ocasión rememoramos el momento en el que se le concedió a su ayuntamiento el título de ilustrísimo.
Fue durante la regencia de Alfonso XII y siendo ministro de la Gobernación don Francisco Romero Robledo, cuando se hizo público el citado nombramiento. Este ministro fue un activo participante en la Revolución de 1868 que destronó a Isabel II y formó parte de la Junta revolucionaria de Madrid, llegando a formar parte del Partido Constitucional de Sagasta, con quien obtuvo un escaño por Málaga en las elecciones de 1869. Fue un importante político del que se han ocupado varios historiadores, los cuales resaltan el importante patrimonio que llegó a atesorar, debido a las herencias que recibió, a sus propias inversiones, a su participación y creación de empresas como la Sociedad Azucarera Antequera (Francisco Romero había nacido en Antequera) y sobre todo por su matrimonio con Mª Josefa Zulueta Samá, hija de un importante comerciante de esclavos y fabricante de azúcar en Cuba.
Francisco Romero Robledo
Ministro de la Gobernación en 1881
Sería el primer día de febrero de 1881 cuando el rey Alfonso XII firmara el siguiente documento:
«Queriendo dar una prueba de mi real aprecio a la Villa de Ocaña, provincia de Toledo, por su importancia y aumento de su población, así como por su constante adhesión a la Monarquía Constitucional, vengo en conceder a su Ayuntamiento el tratamiento de Ilustrísima. Dado en Palacio, en primero de febrero de 1881. Alfonso (firma). El Ministro de la Gobernación. F. Romero y Robledo».
En el expediente de concesión de este título, no se conserva el acta del pleno en el que se justificaba la petición del título. En cambio, se incluye una carta con el membrete del Congreso de los Diputados y con la fecha de julio de 1880, en la que ya se comenzó a tratar el tema de la concesión del tratamiento de ilustrísimo al ayuntamiento de la localidad. En la carta se argumenta que se debe conceder el tratamiento a la «muy noble, muy leal y coronada villa de Ocaña», la cual tuvo la honra de que se celebraran cortes en ella en tiempos de Juan II, añadiendo que fue sede de los grandes maestres de la Orden de Santiago, así como sede temporal de los Reyes Católicos y del gran Cardenal Cisneros.
En el expediente de concesión de este título, no se conserva el acta del pleno en el que se justificaba la petición del título. En cambio, se incluye una carta con el membrete del Congreso de los Diputados y con la fecha de julio de 1880, en la que ya se comenzó a tratar el tema de la concesión del tratamiento de ilustrísimo al ayuntamiento de la localidad. En la carta se argumenta que se debe conceder el tratamiento a la «muy noble, muy leal y coronada villa de Ocaña», la cual tuvo la honra de que se celebraran cortes en ella en tiempos de Juan II, añadiendo que fue sede de los grandes maestres de la Orden de Santiago, así como sede temporal de los Reyes Católicos y del gran Cardenal Cisneros.
Concesión del tratamiento de Ilustrísimo al Ayuntamiento de Ocaña.
Foto: Archivo General de la Administración
En aquel final del siglo XIX, nos informa la documentación que Ocaña contaba con fábrica de curtidos, de chocolates y de cacharros; había igualmente molinos de aceite y hornos de yeso, de tejas y de ladrillos. Era importante el comercio dedicado al transporte de diversos géneros a toda España. En 1880 el alcalde era don Baldomero Barquina y Ocaña tenía una administración de loterías, cinco abogados, siete molinos de aceite, una fábrica de aguardiente, más de diez alfareros, un botero, dos buñolerías, el Casino de la Juventud, dos constructores de carros, un cedacero y dos cereros. La lista de profesionales continúa con dos cirujanos, cuatro confiteros, un chocolatero, tres estanqueros, dos farmacéuticos, un ferretero, un hojalatero, un impresor, tres salchicheros, un sombrerero, un tornero, siete tiendas de ultramarinos y cinco zapateros, entre otros negocios y oficios.
Pero lo más reseñable y la razón por la que me ha parecido interesante incluir este artículo en el blog, es que buscando quien pudo interceder para que se concediese a Ocaña y su ayuntamiento el tratamiento de ilustrísima, y sabiendo que el ministro Romero Robledo no fue, encontramos la respuesta en la firma de este escrito. Se trata de Lorenzo Fernández Villarrubia, quien conocía perfectamente la población de Ocaña, su historia y su importancia. Fernández Villarrubia nació en Villarrubia de Santiago y fue un importante industrial agrícola y productor; además entre otras tantas cosas, también se dedicó a la política y llegó a ser diputado a Cortes y entró en el congreso de los diputados por la circunscripción de Toledo tras las elecciones de abril de 1879, cargo que ocupó en las legislaturas de 1879-1880 y 1880-1881, precisamente cuando se propone la concesión del tratamiento (1880) y cuando realmente se concede (1881).
Escudo de Ocaña.
De la importancia histórica de Ocaña poco podemos añadir; recordemos que también ha sido cabeza de partido y que estuvieron sujetas a Ocaña hasta cincuenta y ocho villas y tuvo gobernador militar y político, así como alcaldes mayores. En el siglo XVIII se dividía la población en cuatro parroquias: Santa María, San Pedro Apóstol, San Juan Bautista y San Martín Obispo. Un lugar que, sin duda, mereció el tratamiento de ilustrísimo para su ayuntamiento y que aun hoy merece ser visitado para descubrir su historia y su rico patrimonio.
Fuente: José García Cano - La Tribuna de Toledo
Música: Suite española (Albéniz)



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