Este es el sorprendente pueblo más antiguo de toda Castilla-La Mancha

Añado nuevo artículo referente a Villarrubia de Santiago como pueblo más antiguo de Castilla la Mancha. Esta vez, la fuente corresponde al digital larazon.es, escrito por Sergio Perea, con fecha 27/04/24 y lo dejo igualmente incluido en el apartado "Bibliografía, textos y referencias" de este blog.

Es de mi interés señalar el error importante existente, basado en relacionar directamente el yacimiento arqueológico del Hoyo de la Serna, con la cueva de la Yedra, datando esta además de una forma excesivamente libre de evidencias dentro de la Edad del Hierro. 


"Este municipio toledano alberga el yacimiento arqueológico más antiguo hallado hasta la fecha en la región

Castilla-La Mancha es una región que cuenta con una gran riqueza arqueológica debido a la larga historia que posee. Las primeras poblaciones que se asentaron en territorio castellanomanchego fueron los íberos y celtíberos en el siglo IV a.C.

Posteriormente, llegaron los visigodos y los germánicos que se enamoraron de Toledo y la establecieron como capital política y religiosa. Más adelante, gran parte de la comunidad perteneció a la taifa árabe de Toledo que tres siglos más tarde fue recuperado por el ejército cristiano y anexionado al reino de Castilla.

Todo este bagaje histórico alrededor de la región castellanomanchega queda palpable en algunos pueblos de la misma donde se albergan un enorme patrimonio cultural como es el caso de Almagro, Sigüenza, Alcalá del Júcar, Campo de Criptana, entre otros.

Sin embargo, en la provincia de Toledo existe un municipio de más de 2.500 habitantes situado a 65 kilómetros de Toledo que está considerado el más antiguo de Castilla-La Mancha debido a los restos arqueológicos de tiempos prehistóricos hallados en su término municipal.

Plaza de Villarrubia de Santiago
Viajesporcastillalamancha.es

El nombre de este municipio toledano tiene su origen en la llamada tierra "colorada" de su paisaje y en haber pertenecido a la Orden de Santiago. Concretamente, en el año 1204, el maestre de la Orden de Santiago, Fernán González de Marañón, fundó Villarrubia de Santiago.

Villarrubia de Santiago albergó a los poblados íberos, romanos y árabes y durante la Edad Media llegó a ser una ciudad importante en el reino de Toledo. El pueblo más antiguo de la región alberga una gran variedad de lugares, monumentos y restos arqueológicos.

En este sentido, el yacimiento del Hoyo de la Serna perteneciente a la Edad del Hierro, es el más antiguo hallado hasta la fecha en la región, se trata de varias galerías subterráneas sujetadas por pilares de piedra tallada. Destacar, la llamada 'Sala de las Columnas' cuya curiosa forma circular unido a las diez columnas pedregosas que la rodean la convierten en un hallazgo arquitectónico imponente.

Yacimiento arqueológico del Hoyo de la Serna de Villarrubia de Santiago
Viajesporcastillalamancha.es

En mitad de la plaza mayor la casa de Lara luce una serie de miradores de forja y cristal en abanico que representan de forma impecable las casonas de mampostería.

A 5 kilómetros de Villarrubia de Santiago y muy cerca de este yacimiento se ubica la ermita de la Virgen del Castellar donde cuenta la leyenda que bajo el altar existe una cueva que pudo ser un lugar de culto. En pleno Villarrubia de Santiago también puedes encontrar otros monumentos de gran importancia religiosa como su iglesia parroquial de San Bartolomé construida en el siglo XV de estilo renacentista, su torre de mampostería, el sillar y su retablo mayor tallado en madera y acabado en oro fino son una visita obligatoria.

Como dato curioso, Santa Teresa se olvidó una maleta en este pueblo al peregrinar por tierras castellanas para fundar conventos. Por último, destacar los vinos de Villarrubia de Santiago galardonados con varias distinciones son otros de los motivos para conocer el pueblo más antiguo de Castilla-La Mancha."







Baltasar Quiñones de Benavente



El Reverendo Padre Fray Baltasar Quiñones nació en Noblejas el 11 de enero de 1733, aunque fué criado en Villarrubia de Santiago.

Cursó el noviciado y tomó el hábito en Toledo, en el estudio general dominicano del convento de San Pedro Mártir. Maestro General de la Orden de Predicadores desde el 17 de mayo de 1777 y predicador de Carlos III.

El maestro general Juan Tomás de Boxadors, lo conoció con ocasión de una visita canónica en el convento de Santo Tomás de Madrid y en su regreso a Roma en 1773 lo llevó con él para las provincias de lengua española con el título de Provincial in Partibus Tierra Santa.

En el capítulo general celebrado en Roma bajo la presidencia del papa Pío VI en 1777, al ser cesado Boxadors como maestro general por haber sido hecho cardenal, Quiñones fue elegido por unanimidad para sucederle con el beneplácito papal. 

Fray Antonio Gaspara Bermejo, en su libro "Historia del Santuario y Célebre imagen de Ntra.Sra. de Texeda", en la descripción de su pueblo natal Villarrubia de Santiago, indica:

"...en este mismo año acaba de ascender al Generalato del Sagrado Orden de Predicadores, con admiración de Roma, y aún de toda la Iglesia, el Rmo. P.M.Fr. Baltasar Quiñones Benavente en la corta edad de 44 años, natural de Noblejas, y criado por algún tiempo en Villarrubia, donde tiene sus parientes más cercanos en las nobilísimas Casa de Quiñones, Benavente, Quixano, Fernández y Pérez; cuyo último apellido indica alguna relación de parentesco en sus ascendientes con la noble, y piadosa Señora fundadora de Villarrubia Doña Sancha Perez de Azagra."

Baltasar de Quiñones
Grabado de Carlo Antonini por dibujo de Giovanni Domenico Porta. 
Inscripción: «Revmus. P. F. Balthasar Quiñones Hispanus Universi Ord. Praed. Mg. Gen. LXV 
Elect. Romae XV Kal. Jun. An. MDCCLXXVII Aetatis suae XLIV». 
Biblioteca Nacional de España.

Durante su generalato estalló la Revolución francesa que, entre otros aspectos, iba a significar la disolución de la Orden de Predicadores en Francia, donde tenía 162 casas y 1173 religiosos. Algunos buscaron el exilio en tanto el padre Quiñones guardaba un total mutismo que ha intrigado a los historiadores, que lo han atribuido a exceso de prudencia o a indolencia. En carta fechada el 20 de enero de 1793 el último vicario general de la Congregación Dominicana de Alsacia se quejaba del desamparo:

"Ninguna corporación religiosa ha estado tan desamparada como lo hemos estado nosotros; todas conservaron su régimen hasta la última extinción y, aun hoy, dispersados y desterrados, se hallan dirigidas por sus legítimos superiores. Nosotros vagabundeamos por el extranjero, como hijos sin padre y una parte en la miseria [...] Hasta las religiosas, las pobrecillas, que por su valor y firmeza han hecho sonrojarse a muchos conventos de varones, se dirigen a mí para saber cómo deben conducirse respecto de sus obligaciones, carentes de directores."

En sus veintiún años de gobierno no se celebró ningún capítulo general, aunque las normas de la Orden fijaban que este debía celebrarse cada tres años, ni se publicaron las actas del capítulo en el que él mismo había sido elegido, pieza clave para determinar el lugar donde había de celebrarse el próximo capítulo, lo que complicó su sucesión dado que el provincial de España, padre José Muñoz, reclamó frente a Gaddi el que creía su mayor derecho, provocando la división en la Orden.

En marzo de 1798, tras la ocupación de Roma y el cautiverio de Pío VI por las tropas napoleónicas, Baltasar Quiñones abandonó la ciudad, dejando como vicario general al procurador general de la Orden, el padre Pio Giuseppe Gaddi, que lo había de suceder como maestro general. Su intención, al partir de Roma, era retornar a su convento de San Pedro Mártir en Toledo, pues hizo gestiones, a la larga frustradas, para trasladar a él su rica biblioteca. De camino a Génova, en el convento de San Marcos de Florencia, enfermó, falleciendo el 20 de junio de 1798 en la finca de reposo que el convento poseía en Scandicci, en las proximidades de Florencia.

Fue, además, el último maestro general vitalicio, pues por la bula Inter graviores de 1804 quedó limitado su mandato a seis años cuando desde los tiempos de la fundación los maestros eran elegidos de por vida y solo cesaban si eran promovidos al episcopado o destituidos por el papa.

Misal - Missale Sacri Ordinis Preadicatorum
Baltasar Quiñones, 1788







​Música: Luigi Boccherini (1743-1805): String Trios Op. 14 (1772)