"Hay tres jueves en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y Ascensión".
Refrán popular
Refrán popular
Las razones del éxito y la importancia devocional son fáciles de entender si nos detenemos a pensar en lo que celebra. El Corpus Christi, es decir Cuerpo de Cristo, más propiamente llamada Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, recuerda precisamente la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Conmemoración que se vuelve real en cada celebración, se renueva el sacrificio de Jesús, su ofrenda total de sí mismo a los apóstoles en la Última Cena.
El Corpus Christi está marcado como día grande en el calendario de Villarrubia de Santiago, siendo una de las principales fiestas del año litúrgico, correspondiendo al jueves de la segunda semana después de Pentecostés, o sea, el jueves siguiente a la solemnidad de la Santísima Trinidad. Por motivos relacionados con el calendario festivo, aunque la fiesta se mantiene el jueves, las celebraciones se posponen al fin de semana siguiente.
Nuestro pueblo se viste de gala para el Gran día de Corpus y recibir a visitantes, animándoles a pasear por nuestras calles. Esos días, gracias a la colaboración de un gran número de personas, Villarrubia brilla.
A pesar del paso del tiempo, es inevitable el retener en nuestra memoria la tradición. El olor a tomillo, las imágenes de las calles engalanadas con cestas, pendones, cuadros, mantones, macetas de flores, los altares montados en distintas ubicaciones del recorrido y esas preciosas composiciones que forman alfombras de pinturas de sales, los niños de la comunión que a su paso van lanzando pétalos de flores completando la alfombra de exaltación (1), junto a los feligreses alzando varas y estandartes, la comitiva municipal y cómo no la banda de música que acompañan a la custodia que históricamente es llevada en carroza y que desde hace unos años es portada en mano por el propio párroco, protegido bajo el palio que trasladan los feligreses.
Igualmente desde hace unos años el sábado por la noche la banda de música encabeza un pasacalles nocturno para admirar los preparativos del camino de ovación.
Antonio Ponz en su libro "La mesa de Ocaña en el siglo XVIII. Arte y sociedad a los ojos de un viajero ilustrado"
Pero, ¿cuándo se estableció esta festividad?
Tenemos que remontarnos a Lieja, Bélgica, en el siglo XIII. Aquí la mística Juliana de Cornillón, priora en el Monasterio de Monte Cornillón, tuvo una visión profética: la luna, llena y blanca, mostraba una sombra oscura en un lado. La mujer interpretó esa visión como una señal de que a la iglesia le faltaba algo, y en este caso una fiesta dedicada al Santísimo Sacramento. Apoyada por su director espiritual, el canónigo Juan de Lausana, presentó al obispo la propuesta de instituir una fiesta para celebrar el Cuerpo de Cristo fuera de la Pascua. La propuesta fue examinada por varios teólogos y en 1246 la fiesta fue fijada por el Papa Urbano IV para el jueves siguiente a la solemnidad de la Santísima Trinidad, con la bula Transiturus.
Tenemos que remontarnos a Lieja, Bélgica, en el siglo XIII. Aquí la mística Juliana de Cornillón, priora en el Monasterio de Monte Cornillón, tuvo una visión profética: la luna, llena y blanca, mostraba una sombra oscura en un lado. La mujer interpretó esa visión como una señal de que a la iglesia le faltaba algo, y en este caso una fiesta dedicada al Santísimo Sacramento. Apoyada por su director espiritual, el canónigo Juan de Lausana, presentó al obispo la propuesta de instituir una fiesta para celebrar el Cuerpo de Cristo fuera de la Pascua. La propuesta fue examinada por varios teólogos y en 1246 la fiesta fue fijada por el Papa Urbano IV para el jueves siguiente a la solemnidad de la Santísima Trinidad, con la bula Transiturus.
Además de la propuesta de Juliana de Cornillón, el Pontífice fue convencido de la necesidad de instituir esta fiesta por el milagro eucarístico de Bolsena. En 1245 Pedro de Praga, un sacerdote bohemio que regresaba de una peregrinación a Roma, se detuvo en la iglesia de Santa Cristina de Bolsena para celebrar una misa. Mientras partía la Hostia consagrada, le asaltó la duda de la presencia efectiva de Cristo en aquel pan santo. Pero, en ese momento, unas gotas de sangre brotaron de la Hostia y cayeron sobre su corporal de lino y sobre las piedras del altar. Posteriormente el Papa envió al obispo de Orvieto a verificar lo sucedido y recuperar el corporal y las piedras, que fueron colocadas en el relicario de la Catedral de Santa María de Orvieto, y más tarde en la capilla de la Catedral, construida expresamente para albergarlas.
Original altar-retablo del antiguo "Hospital de los pobres"
Música: El Corpus (Corpus Christi) - Braulio Uralde Bringas
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